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Reseña

Mujer y prensa periódica en el noreste de México, 1850-1950

Autor: Donna Kabelen Vanek y María Teresa Mijares Cervantes

Rescatan legado de pioneras de la prensa

Catedráticas del Tec de Monterrey publican en libro estudio sobre La Violeta, periódico femenil que se editó en Monterrey entre 1887 y 1894.

Teresa Martínez

Vida, El Norte, 22 de noviembre de 2021.

Al indagar sobre la presencia de las mujeres en la prensa en el siglo 19 y la primera mitad del 20, dos investigadoras tuvieron un gran descubrimiento: un periódico creado solo por mujeres de aquella época en Nuevo León.

Se trata de La Violeta. Quincenal de Literatura, Social, Moral y de Variedades, que tuvo una vida entre 1887 a 1894, y cuya existencia solo se conocía por referencias.

La importancia del hallazgo es que se trata del único periódico de la zona norte del que aún se conservan ejemplares y en el que la mujer tuvo una participación total, coinciden Donna Kabelen Vanek y María Teresa Mijares Cervantes.

Las catedráticas del Tec de Monterrey lideraron la investigación financiada por Conacyt y la edición del libro Mujer y prensa periódica en el noreste de México, 1850-1950, que presentarán mañana miércoles a las 19:00 horas en el Museo de Historia Mexicana.

“Ahora damos por hecho que la mujer lee periódicos, que escribe, que trabaja en periódicos, pero no siempre fue así”, dijo Mijares.

“Nos interesaba saber cómo se estableció esta relación de la mujer del noreste con la prensa escrita en el siglo 19”.

Coeditado entre el Tec y el Fondo Editorial de Nuevo León, en el libro participan otros cinco académicos: Blanca Lila Dávalos, Carlos Alberto Sifuentes, Griselda Zárate, Enriqueta Guadalupe del Río y Paulo Alvarado.

Las investigaciones destacan que en Monterrey existieron otras publicaciones con contenido para la mujer como El Jazmín, dirigido por Miguel F. Martínez, y Flores y Frutos, producido en la imprenta de Desiderio Lagrange, ambos aproximadamente en 1870.

De ninguna de estas dos publicaciones encontraron mayor información ni ejemplares, pese a buscar en acervos y archivos nacionales e internacionales. De La Violeta pudieron conocer ejemplares a través de una colección privada.

GRAN HALLAZGO

Por casualidad Kabelen leyó un ensayo atribuido a Ercilia García, directora de La Violeta, y en los pies de página venía un agradecimiento a Martha Nualart por prestar una de las ediciones impresas. La catedrática del Tec la buscó en internet y le escribió explicándole la investigación en curso.

La bisabuela de Nualart, Josefa Jiménez, publicaba artículos en el periódico y su bisabuelo guardó las copias; son en total 480 páginas y alrededor de 65 números.

Les prestó los ejemplares y con fondos del Conacyt iniciaron la digitalización que se continuará con financiamiento de The Andrew W. Mellon Foundation.

Las páginas digitalizadas estarán en el apartado de “Arte Público Hispanic Historical Collection”, de EBSCO, un proveedor de bases de datos, revistas, periódicos en línea y libros electrónicos. Ahí podrán consultarse en línea.

Probablemente, la Universidad de Houston editará un libro dedicado solo a La Violeta con artículos de Kabalen, Mijares, Alvarado y otros autores.

Por ahora, mijares lo aborda en el artículo La participación de la mujer en la periódica de 1860 al cambio de siglo, en el libro ya publicado.

Ahí detalla que el periódico tuvo una interrupción entre 1889 y 1893, y para su último periodo la publicación fue semanal y en su título se omitió la palabra “social”.

Lo valioso de La Violeta, resalta Kabalen, es que las mujeres eran las dueñas del periódico, como Ercilia García, Manuela Hoffman, maría Garza González.

Para el libro Mujer y prensa…, Alvarado revisó el archivo del periódico El Porvenir de 1935 a 1948, especialmente la presencia de las escritoras Josefina Niggli y Adriana García Roel.

“Las mujeres escritoras pioneras no llegan a ser publicadas, y si llegan a publicarse es en el extranjero, y si se publican (aquí) son noticia de sociales”, comenta el catedrático de la UDEM.

Encontró que García Roel se mencionaba 22 veces en ese periodo en El Porvenir, 15 de ellas correspondían a su asistencia a bodas o fiestas, mientras el resto es crítica literaria de su obra y solo una publicación de un cuento.

Resalta Alvarado: “El hallazgo de La Violeta nos dice a nosotros como profesores de literatura que necesitamos seguir investigando sobre las escritoras y que esta publicación es extraordinaria porque es escrita, administrada y financiada por mujeres y dirigido a ellas”.

LUCHAR POR LA EDUCACIÓN

Entre las colaboradoras invitadas a La Violeta figuran Matilde Montoya, primera mujer mexicana en alcanzar el grado académico de medicina, y la novelista española Emilia Pardo Bazán, pero el 90 por ciento de los textos eran realizados por colaboradoras locales.

“Nos habla de un dinamismo”, dijo Mijares. “Quiero decir que las mujeres estaban escribe y escribe en Linares, Villaldama, Montemorelos, Tampico, Ciudad Victoria, Saltillo, Laredo”.

Manejado por suscripciones, el periódico tenía por lo regular ocho páginas. El primer texto era escrito por la directora.

“Incluyeron mucha poesía, que tuvo lugar protagónico como en otras publicaciones femeninas, y es que la mujer en el siglo 19 leyó y escribió poesía”, destacó Mijares.

En su sección “Sueltos”, se publican noticias locales tipo social, y en “Opinión de la Prensa”, comentarios editoriales.

En esa época contextualizó Kabalen, el presidente Benito Juárez dio acceso a la educación secundaria a las mujeres.

Al respecto se publicó entre 1887 y 1888 la columna “Mujer”, que aboga por la educación y la ilustración de la mujer.

“Ellas querían que la mujer entrara en las escuelas normales para llegar a ser profesoras”, detalló Kabalen.

“Los primeros números hablan del derecho a la educación, que no solo debe estar en casa, que sí es importante, pero tenían ese derecho”.

Por otro lado, en Ciudad de México había otro periódico que le precedió a La Violeta, con la misma participación activa de mujeres. Era Las Hijas de la Anáhuac, que circuló bajo este nombre solo durante do números y, en delante, se cambió el nombre a Violetas del Anáhuac.

“Tener disponibles la mayoría de los números de La Violeta es una invitación también a los historiadores para empezar a llenar huecos”, exhortó Mijares.